Una monja se dirige a otra:
“Hermana, hermana, d�game c�mo est� conformado el pene”.
“No lo s�, hermana, �por qu� no le preguntas al padre Juan?”
“Gracias, hermana, ir� a preguntarle al padre”.
Al llegar al confesionario, el religioso la recibe:
“Ave Mar�a Pur�sima”.
“No, padre, no vengo a confesarme; s�lo le quiero hacer una pregunta…”
“Dime, hija, �cu�l es tu pregunta?”
“Padre, quisiera saber c�mo est� conformado el pene”.
“Ven, hija, ac�rcate. Toca, toca, para que lo sientas y t� misma sepas c�mo est� hecho”.
La novicia, ni tarda ni perezosa, lo toca e inmediatamente sale corriendo:
“�Hermana, hermana, el pene es de carne! Yo lo toqu� y era de pura carne”.
“No te creo, hermana, lo mejor ser� que yo vaya a preguntarle”.
Al llegar la segunda religiosa al confesionario, el sacerdote la recibe:
“Ave Mar�a Pur�sima”.
“No, padre, no vengo a confesarme”.
“�Entonces a que vienes hermana?”
“Lo que sucede es que tengo una duda…”
“Dime, con confianza, �cu�l es tu duda?”
“Quisiera saber c�mo est� hecho el pene, padre”.
“Ven, hija, ac�rcate. Toca, toca y saldr�s de la duda”.
La monja se lo toca y sale corriendo:
“Hermana, hermana, el pene no es de carne es de cart�lago; yo misma lo toqu�”.
Una tercera religiosa que iba pasando escuch� lo del cart�lago y pregunta:
“Hermana, �c�mo puede ser eso posible, est� segura?”
“S�, hermana, es de cart�lago, se lo juro”.
“No te creo, hermana. Est�s mintiendo, lo mejor ser� que yo vaya a preguntarle”.
Al llegar el sacerdote la recibe:
“Ave Mar�a Pur�sima”.
“No, padre, no vengo a confesarme”.
“�T� tambi�n quieres saber de qu� est� hecho el pene?”
“S�, padre, si no fuera mucha molestia”.
“No te preocupes, hija, toca, toca con confianza para que resuelvas tu duda”.
La monja se lo toca y sale corriendo:
“�Hermanas, hermanas, no es de carne ni tampoco de cart�lago: es de hueso, de hueso, hermanas, miren, miren, hasta el tu�tano me traje!”