En plena calle, un vendedor ambulante pasa gritando:
“�Ll�velas, ll�velas, lleve sus pastillas para adivinar!”
Un tipo, interesado en la oferta, le dice:
“A ver, deme unas”.
Al probarlas, el hombre exclama:
“�Gu�cala, esto sabe a mierda!”
Y, con aire de triunfo, el vendedor acepta:
“�Otro que adivina, ll�velas, ll�velas!”